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domingo, 2 de octubre de 2011

La democracia en estado de sitio


La desconfianza en el sistema político y la corrupción es endémica en América Latina. El continente se enfrenta a usar el imperio de la ley y el reto de demostrar que la democracia no es sólo un ritual periódico, sino una fórmula efectiva para resolver los problemas de inseguridad, la desigualdad y la pobreza de la mayoría. Tres países, Colombia, Venezuela y Guatemala son ejemplos de esta situación.
Tumaco es una ciudad portuaria en el departamento colombiano de Nariño. La ciudad y sus alrededores sufren de la presencia de grupos armados ilegales, como guerrillas, bandas de traficantes de drogas y sucesores de los paramilitares. El público ya sospechaba de los resultados de las elecciones locales que se celebrará en octubre de este año.
Se cree que muchos candidatos son impulsados ​​por la ayuda económica a sus campañas y está sujeto a la presión de oscuras fuentes. En la práctica, si no se fortalece los mecanismos de control del financiamiento de los partidos y el escenario electoral no va a través de una limpieza, en Tumaco y muchas otras regiones de Colombia, la población será condenado a cuatro años de desgobierno, la corrupción y la violencia. El dinero es abundante y la resistencia institucional sigue siendo muy escasa.
También habrá elecciones en Guatemala este año. El país tiene una de las mayores tasas de homicidios per cápita en el mundo. Su sistema político y económico no parece darse cuenta de la gravedad de la situación. Mientras tanto, los Zetas se infiltran en el territorio guatemalteco y desencadenar una guerra sangrienta. Se estima que el negocio de la droga en Guatemala se mueven tres veces más dinero que el presupuesto anual del Estado. Las bandas criminales se mudó sus operaciones a México un país donde el tráfico y la delincuencia tienen bajos costos de transacción, a pesar de algunas capturas, la impunidad es del 95%. Completamente ausente en el debate de ideas y propuestas sobre la manera de evitar el colapso de la seguridad pública.
No hay elecciones en Venezuela este año, pero hay una clara polarización y peligroso, y una disminución general de las instituciones democráticas del país.La situación amenaza con extenderse a los actos de violencia política durante o después de las elecciones previstas para 2012. La violencia urbana provoca más muertes en Caracas que en las zonas de guerra principales del planeta (incluyendo a Irak y Afganistán). La presencia de varios grupos armados en el país, incluida la guerrilla colombiana, crea un cóctel explosivo de consecuencias incalculables.
El problema se agrava cuando el Estado es parte del problema. La tolerancia a la violencia está destruyendo lo poco que queda de la democracia en Venezuela. Cuando los líderes políticos se dividen a la sociedad entre amigos y enemigos y la disidencia es tratada como un crimen de persecución y se envía el mensaje de que la violencia es un medio legítimo para imponer sus opciones políticas.
Nuestras democracias necesitan una mejor anticuerpos contra el virus de la corrupción política. Esto cambia constantemente y ofrece nuevos incentivos y mejor que los políticos hacen la vista gorda o convertirse en cómplices del delito abierto. Necesitamos instituciones legales fuertes, pero creíble en términos políticos. A veces tenemos la primera de estas cosas, pero no el lunes. Los beneficios de la democracia debe llevarse a cabo a través de una política de inclusión social y la igualdad.
La debilidad institucional puede abrir el camino a la delincuencia y convertir nuestras instituciones miembros de la autoridad, en parte, que la única regla de la ciudad. La corrupción degrada la función pública y atroz genera costos para los más pobres. Por último, el aparente fracaso de la democracia puede abrir caminos inesperados para el autoritarismo, las políticas de línea dura y visionarios peligrosos.

Fuente : 

Javier Ciurlizza